lunes, enero 31, 2011

STREET FIGHTING MAN: REVOLUCIONES EN ORIENTE MEDIO

Lo que está pasando en Egipto, el Líbano y en Túnez -próximamente en cualquier país musulmán sin rey- es un movimiento social lógico y además justo.

Estos fenómenos reunidos tienen más en común que el idioma y la religión. Están englobados en un todo que es el mundo árabe islámico. A pesar de la importante secularidad de estos países, el crecimiento del islamismo es un serio factor para que los órdenes cambien. Si no, recordemos a las Torres Gemelas y Al Qaeda, los talibanes en Afganistán, lo que aún ocurre en Irak tras Sadam Hussein, el crecimiento desmesurado de Hezbollah y el apogeo de Hamás en Gaza; por no meternos en Indonesia, India, Pakistán y otros estados mahometanos.

Cada uno de estos nuevos episodios del explosivo Oriente Medio tiene que ser visto de manera atenta porque las revoluciones intentan establecer un nuevo sistema o método. Como siempre, mientras los giles se matan en la calle los ideólogos proyectan una diferente distribución de poder primero y un inmediato hecho trágico después que justifique el motivo del cismo social.

En el Líbano, lo que le pasó a Saad Hariri es una muestra de lo que le pasa a los poderes ejecutivos débiles, con actitudes tibias: no jugar todas las cartas (limitar la autarquía de Hezbollah en el sur del país, ir a fondo con investigaciones serias sobre el asesinato de Hariri padre) es servir en bandeja el lugar para que alguien con más coraje (en este caso gracias al apoyo de Irán y Siria) desarme un gobierno tras retirarse del mismo y se baraje de nuevo la suerte.

Hezbollah no quiere que se le toque ni un cedro y mucho menos que se lo investigue. Pero mientras, gana tiempo -al igual que Teherán con la bomba- y crece a ritmo sostenido. Tarde o temprano, Hezbollah va a gobernar el Líbano aunque no se dará el mismo caso que la República Islámica porque Israel está al lado. Allá en el Líbano, a dos hora y media de acá, es justo lo que pasa. O lo que pasa es justo, perdón.

Absolutamente diferente es lo que pasó en Túnez y Egipto. Ambas crisis se asemejan porque ambos estados desisten seguir viviendo en falsas democracias. Presidentes entronizados durante décadas sólo causan malestar y nunca logran beneficios más que propios. Pregúntenle a Paraguay, España, la ex URSS...

Lo de Túnez es bastante más simple y es únicamente un disparador de lo que pasa hoy en Egipto y las marchas en Jordania y Yermen. El pueblo dispuso echar a Zine El Abidine Ben Ali, fraudulento jefe de Gobierno durante 24 años. Pero lo que viene es complicado: hoy 31 de enero regresó al país el líder del principal movimiento islámico tunecino luego de dos décadas de exilio. Justo a tiempo. Y se esperan elecciones libres. No cabe duda de que lo que allí ocurre es justo.

Egipto, por su importancia regional, presenta más gravedad en el mapa internacional y el primer factor determinante para afirmarlo es el Tratado de Paz con Israel de 1979. El segundo, los contratos militares con Estados Unidos.

El documento de paz, firmado en Washington el día del aniversario de mis viejos, es aún la llave para que Egipto sea bien considerado en Occidente. Solidificado con las décadas, el acuerdo no debería romperse porque de así ocurrir las consecuencias serán nefastas para la región, empezando por Egipto mismo y luego por Israel y los palestinos. Pero a no olvidarse: la crisis contra Hosni Mubarak es justa.

Defensores de la democracia, reflexionemos un momento. Caprichosamente, salvo a la dictadura de Fidel Castro, siempre hemos condenado al resto de los regímenes totalitarios. Porque queda bien, porque lo creemos o por lo que fuere. Nos creemos coherentes.

Los latinoamericanos hemos vivido en carne propia lo que es la limitación de la libertad de elegir y el terrorismo de Estado. No podemos más que alegrarnos cuando un gobierno corrupto y anquilosado en el poder cae. Esto es lo que ocurre en estos países. Justo eso.

Ahora, lo que se viene es un panislamismo lento pero seguro y esto es complicado. Moderados o no, los islamistas viven en "guerra santa". Es decir, una lucha espiritual personal. Pero como todo en el mundo es exportable, los más fanáticos pretenden que todos lleguemos a ese debate personal y no creo que muchos estemos dispuestos a hacerlo porque sí a menos que nos den 70 vírgenes en vida. A mi mujer no le hables del velo o el pañuelo. Y dale jamón.

El concepto de que Israel es la última frontera de Occidente contra el fanatismo islamista tiene base. Eso no quiere decir que por ello deba seguir reteniendo territiorios como Cisjordania o bloquear Gaza. El Estado Palestino es la solución antes de que se de el escenario de una nueva y sangrienta Intifada dirigida exclusivamente por Hamás. No estamos lejos.

Sin embargo, creo, ya es demasiado tarde para que el surgimiento de un país llamado Palestina apacigüe las aguas en Oriente Medio. Las especulaciones y los pasos en falso dados por ineficacia o cobardía en ambos lados han demorado más de la cuenta la llave que hubiera comenzado a intentar la normalización de algo que nunca fue normal.

Bienvenidas sean estas revoluciones en los países árabes. Que Occidente las comprenda antes de combatirlas. Y quiera el destino que islamistas o no, los pueblos de estos revolucionados estados no vuelvan a cometer los errores de arruinar todo lo que los gobiernos anteriores no llegaron a destruir.




All the cops in the donut shop say:
Ay oh whey oh, ay oh whey oh
Walk like an Egyptian
Walk like an Egyptian.
The Bangles - Walk like an Egyptian

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