miércoles, junio 06, 2018

SOMOS LOS MEJORES PORQUE SOMOS LOS PEORES


Bueno, llegó la hora de volver. Porque hay que hacer catarsis y escribir es para mi como ir al baño. Aguanto hasta que casi me hago encima. ¡Qué feo se sigue viendo Blogspot! 




Hace horas, nomás, se suspendió el partido que iban a jugar Israel y Argentina en Jerusalén.  ¿Y eso? ¿Cuánto hace que no se cancela un partido por amenazas y seguridad? Hablo de amenazas serias y no de lluvias o el cruce de hinchadas rivales en el puente X.

Bien, luego de superar la sorpresa cantada, traté de hacerme una idea de lo que realmente ocurrió y llegué a la conclusión de que este match era prácticamente inviable desde el principio. Fuentes de aquí y de allá me iban dando señales de que la fiesta -porque sí, podría haber sido eso- nunca iba a tener lugar. 
Es decir, sin ser gurú ni pesimista militante, olía demasiadas complicaciones técnicas muy sobre la hora que podían evitar que esto tuviera un final feliz. Messi, sus compañeros y su técnico no se morían de ganas de venir y eso es un factor clave aquí. No es que siempre estén en éxtasis cuando se trata de jugar en la Selección Argentina pero acá había menos ganas que nunca. Y desde el discurso se notó. Si no te lo crees, no lo contagias.

Yo puedo entender -más no adherir- las mil y una posiciones acerca de por qué no quisieron jugar. Pero creo que hay una sola: la ignorancia y, por supuesto, el poco rédito que les daría golear a Israel en Jerusalén. Uno de ellos, salir golpeados ante la torpeza del jugador local.

Los malos manejos gubernamentales acá con presiones incluidas, poca predisposición allá y dos Gobiernos que parecen similares pero que no tienen nada en común. ¡Qué combinación fatal!
Sí, son dos Gobiernos diferentes porque se ocupan de otras cosas y tienen otras problemáticas.
Por ejemplo, la Argentina carece de políticas de Estado mientras que para Israel, su supervivencia es una política de Estado, quede quien quede en el camino (lo debatimos por privado).

Israel, errado o no, es un país con agallas. Sabe lo que quiere aunque se pegue mil tiros en el pie, la cabeza o el corazón. La Argentina no sabe lo que quiere, no hay siquiera coherencia al momento de dispararse a sí misma porque la mitad quiere que la bala vaya a la cabeza mientras que la otra prefiere el corazón. Y los menos, en un pie roto. 

Entonces, terminemos con el “son lo mismo” porque no hay nada, ni siquiera el extremo capitalismo, que pueda permitir a un ser racional hacer una comparación equiparando un camello con una vaca. Bueno, Jorge Lanata lo hizo. Silencios.

Ahora bien, lo realmente fantástico de este capítulo minúsculo de la historia de 2018 es la emergencia (de emerger) de miserias que pude ver entre los argentinos que viven en Israel. Sí, sí, no son todos iguales, está claro, no me corrijan por una generalización que no hago.
Pero, si creía que había visto mucho -ni Borges lo vio todo- me equivoqué.

Lo que más odiamos los argentinos de nosotros mismos emanó concentrado y destilado en unas pocas semanas. Ese elixir del mal que nos condena, que riega nuestros días de resentimiento y que cada uno, a su manera, intenta encauzar o hacer rebalsar, rompió compuertas a 12.000 kilómetros de casa.

Vi los peores comportamientos posibles, esos que nos acostumbramos a ver y a repetir porque somos parte de un todo vanamente negativo. Y conviví con conductas dignas de cualquier hijo bastardo de cualquier nacionalidad pero que, claro, al ser de los “nuestros” molesta más. Es la miasma dentro de la escafandra.

Estos son algunos ejemplos vergonzantes:
  1. Vi enemigos íntimos aliarse para conseguir supuestos beneficios.
  2. Vi periodistas de todos los niveles “trabajar” gratis para medios argentinos.
  3. Vi opinadores de cualquier tipo y moral desesperándose para decir barbaridades en cualquier medio.
  4. Vi a acreedores de entradas gozar los que no pudieron comprar.
  5. Vi  resentidos que no pudieron comprar entrada que maldijeron a los que sí lo hicieron, los gozaran o no.
  6. Vi gente a la que no le importaba nada el partido burlarse de los que sí estaban emocionados y al conseguir entradas ellos también → volver al punto 4
  7. Vi miserables revendedores de entradas a precios astronómicos y pobres ilusos que las compraron. “Sin clientes, no hay reventa”.
  8. Vi gente acusar a otras -¡a mí!- de acciones que ellos mismos podrían haber hecho. Ejemplo: denunciar a un revendedor.
  9. Vi personas “biempensantes”, “políticamente-correctas”, duras con Israel y sus Gobiernos, defendiendo “al aire” al país y sus miserias.
  10. Vi envidia por haber conseguido una acreditación para cubrir el partido para la radio nacional de Israel (como si no fuera parte de mi trabajo).
  11. Vi sobreactuación en frases desinteresadas del tipo “me cayeron entradas de casualidad”.
  12. Vi falsas manifestaciones para generar notas para la TV. Y sus fracasos.
  13. Vi la organización y no concreción de marchitas de apoyo a la Selección, de repudio frente a la Embajada Argentina por el "tema" de las entradas, frente al Ministerio de Cultura y Deportes y en una sucursal de una cadena de supermercados sponsor del partido.
  14. Vi, como siempre pero más que nunca, nula humildad, desunión, agachadas, transas y negocios ínfimos -camisetas truchas, dulces de leche, choripanes, etc.-.
  15. Vi todo esto reconcentrarse, hervir y explotar en poco tiempo. Todo junto. Sobredosis.
Y no vi nunca buenas vibraciones. Ni solidaridad. Ni respeto. Ni una alegría desbordante cuando era un evento, que como tenemos la mala costumbre de hacer con el fútbol, debería haber sido para alegrarnos y pasar un rato juntos, cantando y viendo a estos pibes que, personalmente, no me mueven un pelo pero que representan la única camiseta de fútbol a la que podría alentar en el Mundial. Y todo esto que no vi fue puramente por desprecio por el otro.

Es una lástima saber que, no que este conjunto de conductas de almacén no vaya a cambiar (la resignación es bien argentina también) sino que haya sentado precedentes para que yo desee, finalmente y de forma definitiva, no volver a ser parte de esta heterodoxa, dañina y pestilente no-comunidad argentina en Israel.

Tuve que volver así. Con furia y denuncia. Con descompostura.

Es probable que este texto no me sirva más que a mí. Disculpen el egoísmo.





But what did you do
What did you say
Oh did you walk or did you run away
Where are you know
Where have you been
Did you go alone or did you find a friend

Gnarls Barkley - Smiley Faces