jueves, enero 17, 2008

HOLOCAUSTO, EL ORIGEN DE MARIANO MAN (I)

Está de moda el Holocausto.

El próximo 27 de enero será el Día Internacional de Conmemoración anual de las víctimas del Holocausto. Se conmemora la liberación de los campos de concentración nazis en Europa en 1945.
La resolución insta a los Estados miembros a elaborar programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto, para prevenir actos de genocidio.

Hoy alguien mandó en cadena un link de un programa matinal conducido por Jorge Guinzburg donde entrevistaban a un sobreviviente de Auschwitz, David Galante.
Su ahijado, un tal Martín Hazán, publicó el libro "Un día más de vida" basado en el testimonio de Galante, oriundo de la griega isla de Rodas.

El coloso Galante sobrevivió a ocho meses de calvario en el campo de exterminio y llegó ilegal a la Argentina. Su historia es una más en un millón. Tan dolorosa como cierta. Tan repetida y callada como tantas.

Además, me llegó a la redacción una invitación para asistir a la presentación del libro "Auschwitz, el álbum fotográfico de la tragedia". Es en Madrid y para aquellos que andan por allí les cuento que es el 21 de enero a las 19.30 en la Sala Valle Inclán, Círculo de Bellas Artes, Marqués Casa Riera 2.

Aquí voy a contar en dos partes mi propia historia, mi origen.
De parte paterna, soy tercera generación de argentinos. Pero de parte materna, primera.
Una mezcla extraña el matrimonio de mis padres, uno cajetilla y una superviviente del Holocausto.
La historia paterna no es la que me interesa contar hoy. Voy a la otra, a la de moda.

Mi abuelo materno tenía cinco hermanos en Ucrania. Todos trabajaban en agricultura y comercio, una mixtura no muy común. O una cosa o la otra.
Antes de la guerra estaba casado y tenía dos hijos. Un día se fue a trabajar a varios kilómetros de la casa, con la guerra ya instalada, cerca de 1941, y cuando quiso volver lo persuadieron de que todos los judíos de su pueblo habían sido masacrados.
Quiso entrar, se lo impidieron y hasta el día de su muerte cargó con las dos más pesadas cargas: la culpa y la duda.

Así, con dos hijos, una esposa, padres y tres hermanos ¿muertos?, huyó a los bosques ucranianos con el hermano que le quedaba vivo. Allí, en un campamento, conoció a mi abuela de como diez años más joven.

La familia de mi abuela estaba compuesta por los padres y once hijos. No había televisión pero sí un almacén de ramos generales en un pueblo cercano al de mi abuelo. Es por eso que ellos decía que se "tenían" de antes.

Al comenzar la guerra, tres hermanos de mi abuela ya estaban en Buenos Aires porque el primero se equivocó de barco. Quería ir a EE.UU., a "América". "Perfecto", le dijeron en Génova. "Vamos para América pero giramos a la izquierda", explicaron.
Y el paisano llegó a Buenos Aires. Una vez instalado "llamó" a sus hermanos a ir al Río de la Plata. Dos lograron hacerlo.

Retomando, al inicio de la guerra mi abuela tenía diecinueve años. Tras un tiempo de enterarse de masacres en pueblos aledaños, intentó convencer a padres y hermanos de la necesidad de dejar todo y escapar.
Los padres dijeron no. Tres hermanos tampoco quisieron moverse por estar casados, de novios o simple incredulidad.
Pero ella comandó a cuatro hermanos hacia los bosques: dos mujeres adolescentes, dos chicos y ella.

Todos, desde ella al más chico se sumaron a un campamento de partisanos judíos en el que casualmente se encontraba mi abuelo y su hermano.
Ella, se decía en la familia, era una de las de mejor puntería incluyendo a hombres y mujeres (me sigue costando imaginármela con un rifle y apuntando).
El, se decía en la familia, tenía un excelente sentido de la orientación por lo que guiaba como baquiano a las pequeñas brigadas partisanas para combatir a los nazis (primera vez que uso la palabra).

Mi abuela -la mujer del rifle- le llevaba como media cabeza al "dinamitador de trenes alemanes". Era gracioso verlos y complicado imaginarlos como guerrilleros.
Una vez, de las pocas que mi abuelo soltó un recuerdo, me dijo que a uno del campamento que había batido información a paramilitares ucranianos, lo ataron a un árbol, le tiraron agua hirviendo y cuando se ampolló le abrieron las ampollas y le tiraron sal. Ese era mi abuelo en tiempos de guerra.

Entre tiro y muertes y la escasa alimentación que gobernaba al campamento, se juntaron el hambre y las ganas de comer.
Dos tipos en apariencia incompatibles, repletos de dolor tuvieron sexo y mi abuela quedó embarazada. Se fueron queriendo en el medio de la miseria y apoyando el uno al otro para sobrevivir y ver a su descendencia.

Pasaron los meses -siete- y el cuerpo de 40 y pico de kilos de mi abuela la obligó a parir supuestamente el 18 de enero de 1945. En el hecho, del que tengo muy pocos datos, nacieron tres bebés, dos y mi mamá.
Según informaciones imprecisas, los dos bebitos murieron enseguida y mi mamá sobrevivió. La pesaron con papas y no sé qué más y tenía mucho menos de un kilo.

Faltaba poco para el final de la guerra y los nazis mataron a uno de los hermanos de mi abuela, al más chico. Ya quedaban cuatro más mi abuelo y su hermano.

Mañana es 18 de enero, mi mamá cumpliría 63 años. A ella le dedico este post y la segunda parte que vendrá en breve.

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8 Comments:

At 11:10 a.m., Anonymous Anónimo said...

Viejo, este post me hizo emocionar. Con esto queda olvidada la asquerosidad de acá abajo

 
At 5:48 p.m., Blogger Angel Mosquito said...

muy emotivo, loco...
Mi abuelo ucraniano vino a Argentina en los años 30, dos de sus hermanos emigraron también (uno a Brasil, otro a la Palestina inglesa de esos años, de ahi mis parientes israelíes), pero la hermana menor se quedó y tuvo una historia macabra como victima de los nazis. Esta historia me toca muy de cerca...
Da para hacer una especie de "Maus" más criollo esta historia.

 
At 12:37 a.m., Blogger Unknown said...

Dios (y soy agnóstico), lo que hace la lejanía. Venía leyendo muy de a poco tus posts (tres hijos, una mujer, un trabajo) y ahora, doce y pico de la noche, caigo en este haciendo escala en el adiós a Felisa. Demasiado, Man...
Tuve muchas gatas (una especial, otra a la que no hace mucho tuvimos que sacar de casa; no se bancaba a Zoe, la bebé) pero una sola mamá. Llegó a los 63 pero no los pasó. ¿Viste lo que es que no conozca a alguno de sus nietos? ¿Viste lo que es haberla tenido tanto -y tan poco- tiempo cuando otros la tienen un siglo sin darse cuenta? Un abrazo, y que estés un poco menos triste.

Diego Heller

 
At 5:40 a.m., Blogger Mariano Man said...

Sí, Diego. Es terrible para mí que mi vieja no conozca a Alma, su única nieta por ahora.
Viejo, vos hiciste un cóctel fatal con este post y el de Felipa -no Felisaaaaaaaa-, lo que te debe haber pegado en el hígado.
Estoy menos triste que ayer pero más triste que anteayer (?).
Salud

Man

 
At 5:42 a.m., Blogger Mariano Man said...

Uh Angel, que bueno Maus.
Lo compré en Madrid y tiene unos giros lingüisticos muy galaicos, trascartón que el padre de Art ya habla como el orto, como mi abuelo.
Si era "ukraino", entonces la pasó fealdad.
Abrazo

Mariano

 
At 4:12 a.m., Anonymous Anónimo said...

Mariano, tenemos historias parecidas. Por un lado, mis cuatro abuelos eran Ucranianos y también las pasaron putas. El que más contaba era mi abuelo paterno, pero era compulsivamente mentiroso y, si bien sé que las pasó mal, desconozco la realidad de su historia. Mi abuela materna nunca dijo una palabra y la paterna, lo único que contó, es que decapitaron a su madre delante de ella cuando era chica, durante los pogroms.
Dudo que exista judío sin historia pesada, con tantas persecuciones.... Si no fue el Holocausto, los Pogroms, sino la Santa Inquisición, etc..
Como sabés, mi viejo murió en el 2002. También pensé miles de veces que no conoció a Sofía. Lamentablemente, en mi caso, pienso que mejor el que no haya vivido lo que pasamos nosotros con la enfermedad de mi hija. Lo que te voy a decir, espero que te de un poco de alivio. Lloro a mi viejo periódicamente, por suerte, cada vez menos, pero lo recuerdo siempre. Lo único que estoy seguro, es que tanto mi viejo, como tu mamá, sabían perfectamente qué hijos tenían, sabían que iban a formar una familia y que se desvivirían por ella. Tu mamá sabía que, llamala Dalma, Yanina, Joaquín, Manolo o Pedro; lograrías tener una familia, que serías buen padre y esposo; seguro le hubiese gustado verlo, pero estaba tranquila, porque estaba segura que viéndolo o no, eso pasaría. No recuerdo en qué película decían que los muertos viven en la memoria de los vivos. Lamentablemente no soy religioso, no creo en nada post-muerte, pero sí estoy convencido que algunos se van en paz, sabiendo que hicieron sus deberes a lo largo de su vida. No pienses en que tu vieja no conoció a Dalma, pensá en lo bueno que vio, te llegó a ver adulto, sano, sin cosas raras....
Lo único que podemos hacer todos por la memoria de tantas victimas sufridas, es y hacer recordar. El tiempo les da oportunidades a imbéciles como el presidente de Irán y otros imserables, a intentar reinventar la historia. El antisemitismo moderno, se oculta atrás del slogan "antisionismo". Después de todo, para intentar destruir nuevamente a los judíos, primero hay que destruir a Israel....

 
At 2:21 p.m., Blogger Cucho Cuño said...

Uh! aua.. al margen de lo quenos une...
Conoci a Martin Hazan! Trabajó conmigo en Smith Group.. buen tipo, serio y un poco presumido.

 
At 9:01 a.m., Blogger Carlos Paredes Leví said...

Los supervivientes se convirtieron en cementerios andantes para los muertos sin sepultura y su obligaci�n, es recordar a aquellos que sembraron como ceniza los campos de Europa. Los nazis, no pudieron borrar sus nombres.
Un saludo.

 

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