sábado, marzo 13, 2010

MAMASHKANTA, TU ACENTO TONICO

Es sábado a la noche y tratando de empezar a ordenar la semana me doy cuenta que tengo tantas cosas para hacer que no lo puedo creer. Pero siempre hay un oasis en la agenda.

El domingo arranca molesto, con un trámite en el Ministerio del Interior y luego al correo. Sigue más o menos normal hasta la noche en la que el rock demanda pilas pero recarga para toda la semana.

Hablando de eso, Mamashkanta está en un gran momento, con material nuevo y un baterista hambriento. Este año la vamos a rockear más que nunca y eso, en cada ensayo, me hace dejar todo y más. El sonido nos lleva al grito.

Para muchos, hacer rock a los 37 años es una rareza, cuando no un síntoma de inmadurez crónica. Raro soy, inmaduro también. Aciertan los que prejuzgan. El tema es que me siento cómodo en esos parámetros y no creo que vaya a demostrar "mejorías".

Siendo Mamashkanta la banda de viejos rockeros, los más jovencitos nos ven como -valga la cursilería-  un "ejemplo de vitalidad y post-rebeldía". Interesante definición de un amigo israelí que se mueve en zonas donde manda el anonimato.

Es interesante que Mamashkanta sea un nombre conocido en Tel Aviv y a veces ni nosotros mismos sabemos cuánta gente escuchó al menos el nombre.

Con aire en vivo en dos radios y rotación en dos -próximamente en tres- más, uno no sabe qué alcance tiene una banda under/indie como nosotros. De todas maneras, en los bares del rock y en las salas de ensayo muchos saben de nosotros. Y gustamos o nos mienten mucho, lo que nos encanta. 

Repaso los años de Mamashkanta y me doy cuenta de su evolución, su desprolijidad y su endurecimiento.  Como cuando los hormigones de los edificios se asientan, así.

El concepto de perenne en el rock existe y tanto, que trasciende la muerte. Lo que no se puede permitir una banda es el olvido. Y por ello hay que demostrar todo el tiempo cuánto uno vibra por lo que hace.

En eso estoy mientras escribo (trabajo), crío dos hijos, amo a mi mujer y la ayudo a criar niños extras. Vibrando desde el timón hasta la popa. Con el gorrito de almirante de mi vida (como La Toya Jackson), sonriendo y sacando la basura por la puerta de atrás. Deshaciéndome siempre de lo que no sirve, a veces con lentitud porque el lastre te sonríe hasta en las últimas.

¿La agenda de la semana? Ah sí, el domingo arranca molesto, con un trámite en el Ministerio del Interior y luego al correo. Sigue más o menos normal hasta la noche en la que el rock demanda pilas pero recarga para toda la semana. Y así.

Highlight: El jueves vuelve a Israel mi amigo Román, el quinto mamashkanter, que va a cumplir su tercer visita a Tierra Santa en menos de un año. No es judío pero es músico. Y acá lo esperamos con las patillas abiertas.

Con la 14 de Cruyff, el corazón con el Diego y el ansia puesto en el superclásico de Boca de mi vida, me reconecto con mi querido blog. Perenne como viejo rockero.




Yo soy un hombre bueno, lo que pasa es que me
estoy viniendo viejo; trataré de hacer las
cosas a su tiempo, o sino no le daré
importancia al cuerpo, oh no
Pappo

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