martes, noviembre 17, 2009

Argentinos putean al presidente de Israel (y no se salvan de mis palos)

De vez en cuando ocurre que se te cruzan los mundos. El rock con el periodismo, el fútbol con la paternidad o en este caso Argentina e Israel.

El jefe de Estado -no de Gobierno- de Israel, Shimón Peres, está de gira por Sudamérica y en Argentina, tal como había ocurrido en Brasil un día antes, una marcha de cientos de personas protestó por su visita y lo acusó de "presidente del sionismo" y de merecer un Premio Nobel pero por asesino.

Punto y coma. Desde Hipólito Yrigoyen para acá todos los presidentes argentinos han sido corruptos o transeros o ineficaces, lo que de alguna manera los torna corruptos por mantenerse en el poder público sin estar aptos para regir.

Todos ellos, desde Yrigoyen -que al final de su carrera y antes de ser bajado era inepto para su cargo- no han hecho más que dividir al pueblo, impedir con sus errores que la sociedad argentina termine de amalgamarse y entronarse como "padres" del pueblo, patriarcas de la nada, sólo para seguir robando y acumulando poder al pedo.

En todos los Gobiernos argentinos, desde Yirigoyen para acá, hubo crímenes políticos, asesinatos, intrigas palaciegas o desapariciones. Siempre, la guerra fue interna en Argentina. Hasta que llegó el disparate de Malvinas.

Desde 1930 a 2010, en 80 años de historia sobre 200 de existencia, la Argentina no hizo más que autodestruirse. El enemigo, en Argentina, está adentro.
Es el vecino, el policía, el político, la dueña del departamento que alquilás, el que tiene plata porque a alguien cagó, el que no tiene porque te viene a afanar y vos decís "por qué no chorea al que tiene guita y no a mí", es tu viejo que hizo doble facturación durante años y cagó al fisco en miles de dólares y sos vos mismo que te deschavas como un resentido acusando de resentido al otro.... y así.

Por el contrario, Israel, que tiene la particularidad de no haber tenido un minuto de paz desde que nació 61 años atrás, ha intentado con éxito en la mayoría de los casos que la sociedad, atomizada ferozmente por los orígenes de sus inmigrantes, tirara de un mismo carro.

Con seis guerras sangrientas encima -más de las que tuvo Argentina como nación independiente- el pueblo israelí se encolumnó tras el poder político que en muchos casos falló pero hasta la gestión de Ehud Olmert no había traicionado al pueblo. Y lo va a pagar. Porque en Israel, el enemigo está afuera.
Es el pobre palestino sin Estado, es el palestino terrorista que revienta un colectivo, es el agitador antisemita en Europa, es el asesino de Hassan Nasrallah que pone bombas en Buenos Aires y hay pelotudos que llevan banderas y pancartas con su cara, es el fundamentalista que defiende la frase de Khomeini que ordenaba "tirar a todos los judíos al mar", es el ignorante y es el que hace críticas sinceras y justificadas y es tratado de antijudío... y así

Estos dos países no pueden compararse. Son opuestos. Los dos Estados se endeudaron con Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional para crecer pero sólo uno lo logró. Lamentablemente.






En un país, el Gobierno invierte en cultura y educación. En el otro, en fútbol.
En un país, los asesinos están sueltos. En el otro, presos.
En un país no hay agua, en el otro mucha.
En un país no hay tierra, en el otro mucha.
En un país no hay buenos culos, en el otro muchos.
En un país la policía no acepta coimas, en el otro mucho más que cien.
En un país se venden armas. En el otro también.
En un país se reconocen los errores y se comenten nuevos. En el otro, lo primero no y lo segundo sí.
A un país se le exige una doble moral por "haber nacido como consecuencia del Holocausto". Al otro, sólo lo identifican por los Glaciares o el asado.

Yo quiero a los dos países. Son mi vida misma. Son ese paradigma de lo que uno querría vivir en casa pero tiene que salir a buscar afuera.

Yo elegí vivir esta época de mi vida en otro modelo, en un sistema más humano para con los suyos. Para con los míos: mi mujer y mis hijos.

No puedo dejar pasar que se putee a un tipo como Peres, a quien personalmente detesto, que hizo tanto por su país. Que hizo tanto por la utópica paz. Que tiene un "Centro Peres de la Paz" y está constantemente arengando la unidad con los palestinos para una convivencia mejor. Que peleó por su país como lo hacían los próceres del ayer en Argentina.

Para estos que lo putearon, evidentemente el Premio Nobel es algo válido. Si esa es la medida, bueno, allá hay un sólo Nobel vivo sobre cinco en toda la historia argentina. Se llama Adolfo Pérez Esquivel. Respétenlo y cuidenlo como Israel respeta a sus seis Nobeles vivos.

Qué loco, Peres y Pérez. Paz empieza con P.

No vale decir que en Israel son todos asesinos que matan a niños palestinos. Como no vale ninguna generalización. No se trata de una competencia entre países.
Pero que se entienda algo: acá nadie va a perder el tiempo en organizar e ir a una marcha para ir a putear a la presidente del país de los Glaciares, esos hielos públicos que la familia presidencial vetó proteger para poder seguir haciendo negociados.

Yo soy un demócrata y un pacifista que no milita. Quiero y busco la paz, la interna y externa. En Israel y en Argentina.

Algún día quisiera poder decir que ambos países, mis países, forman parte de un mismo mundo personal. Como Mamashkanta y el rock, Boca y el fútbol y Rodolfo Walsh y el periodismo.

¡Salud Shimón Peres en tu visita a Argentina!

Esta mañana salen dos recuerdos.





Por cuestiones editoriales, este post también se publicará en http://www.marianoman.blogspot.com




Volveré a mi tierra
Allá en Israel
No quiero morirme
Sin antes volver.

Palito Ortega

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