¿QUIENES SON LOS INDIGNADOS DE ISRAEL?
El sábado a la noche tuvo lugar la marcha más grande de la historia de Israel. No por la paz, no por los territorios, no por la religión ni por la anulación de la obligatoriedad del Servicio Militar.
Fue para reclamar por los valores básicos de una sociedad desarrollada: vivienda, educación y costo de vida.
La manifestación, ya de absolutos ribetes nacionales, tuvo su centro nervioso en Tel Aviv. En la mañana del domingo, la protesta social y multisectorial fue llamada la "Marcha de los 300.000 (asistentes)".
Justamente, para hacer un paralelismo oportunista, 300.000 dólares es el valor promedio de un departamento de un ambiente en Tel Aviv. Depende la zona y el piso, el precio crece o baja pero ronda siempre esa cifra.
Pocos que se encuentren bien de la cabeza pueden pagar ese valor por una vivienda. Nadie puede comprarlo sin tener que poner un 40% de entrada en efectivo para poder sacar una hipoteca.
El indignado en Israel no quiere solamente que se solucione el tema inmobiliario que lo desangra cada mes. Quiere también que los precios no sigan subiendo y pretende evitar el alza de los impuestos. En la noche del domingo, la electricidad subió un 9%, lo que implica que una cuenta de luz de una familia tipo se encarece en poco más de diez euros bimestrales. Una fortuna para la Compañía de Electricidad, ¿no?
El simplismo de la enumeración me ayuda mucho. En este caso, mucho más.
Los estudiantes, que tienen que costearse las cuotas y matrículas de las universidades, están indignados.
Los médicos -el fin de semana renunciaron mil especialistas- que trabajan más horas y ganan sueldos nada acordes a sus esfuerzos y diplomas, están indignados.
Las mujeres de los policías, que ven a sus maridos trabajar y trabajar desde hace años sin aumentos salariales, están indignadas. Y sus esposos también.
Los padres, que tienen que pagar grandes sumas mensuales a establecimientos privados hasta que los niños ingresen a la escuela primaria o a algunos preescolares, están indignados.
Los trabajadores de todo tipo y factor, que ven cómo el dinero se licua en gastos básicos y no llegan a fin de mes, están indignados.
Las compañías que cotizan en bolsa, que ven a las acciones e índices caer "gracias" a la crisis financiera de EEUU y las protestas de los indignados, están indignados.
Los cuentapropistas, que tienen que pagar altísimos impuestos a las ganancias e IVA por el dinero que generan y que encima no les alcanza, están indignados.
Los periodistas, que tienen que cubrir con horas extras las manifestaciones y generar notas de color sobre los indignados, están indignados porque no les alcanza.
Los militares de alto rango, que ven a los indignados reclamar por más presupuesto y pedir que se recorte el exorbitante dinero destinado a Defensa, están indignados.
Los comerciantes, que ven los precios subir y las ventas bajar de forma lenta pero segura, están indignados.
Los dueños de viviendas en alquiler, que ven a los indignados prenderle fuego a su negocio y rentas, están indignados.
Los agentes inmobiliarios, grandes y maquiavélicos vampiros que se ven en la hoguera impuesta por los indignados por beber la sangre de los inquilinos que arriendan, están indignados.
Los maestros, que tienen sueldos de tercer mundo y una jubilación para el olvido, están indignados.
Los jubilados comunes, que da vergüenza ver lo que ganan, están indignados o mueren antes de indignarse.
Los sobrevivientes del Holocausto, que viven después de haber muerto en Auschwitz para ver cómo el Estado maladministra sus pensiones y les niega el dinero de subsistencia legalmente adquirido, están indignados.
Los palestinos, que no creían que la fría sociedad israelí pudiera volver a mostrarse unida por un objetivo común (que no sea la paz o la guerra), están indignados al menos hasta septiembre a la espera del apoyo por parte de la ONU de la Independencia palestina.
El mapa social es amplio y antojadizo. No hay sector que en este momento no se sienta indignado de alguna u de otra manera.
A los que le falta, porque les falta. A los que les sobra, porque no pueden seguir sacándole más a los que les falta. Y a los detractores e indiferentes, porque les indigna ver que su sueño dorado e irreal, su Estadito perfecto, su estructura matemática ideal hace agua por todos los lados posibles.
Este verano inolvidable para la sociedad israelí, que como toda sociedad capitalista se indigna cuando no tiene lo que se merece o cree que se merece, está cambiando las reglas del juego.
Ya no será tan fácil para los gobiernos tomar determinaciones extremas. Porque el próximo paso, la madurez de esta protesta, se dará -se tiene que dar- con carteles pidiendo paz.
Y si ahora no se mezclan los tantos, creo yo que es para no darle al primer ministro Biniamín Netanyahu y a su la posibilidad de ver debilitada la protesta. Nada sería más beneficioso para el Gobierno que la política y el activismo "contaminen" al movimiento de los indignados y los divida.
Sube la temperatura y hoy hubo un sismo de 4.2 grados Richter en Israel. Si se caen todos los edificios, va a morir mucha gente. Pero los precios van a bajar. Ojo con eso.
Your lovin' give me a thrill
But your lovin' don't pay my bill.
Now gimme money that's what i want
That's what i want that's what i want
That's what i want, ye-ye-yeh
That's what i want.
The Flying Lizards - Money (That's what I want)
Etiquetas: tel aviv israel indignados sociedad marcha manifestacion