martes, enero 08, 2008

TELEFONO, MI CAAAASA, TELEFONO

Advertencia: El mensaje tiene cierto encriptamiento judaico.

En los últimos diez días me reencontré por separado con tres personas relacionadas entre sí y conmigo por haber concurrido en la misma época -los ochentas- al Movimiento Juvenil Sionista Betar en Buenos Aires. Digamos, la derecha sionista.

El primer reencuentro se dio a través del Facebook cuando uno de los individuos me adhirió como amigo. Al recordarlo, le di el ok con una sonrisa.
Un gran tipo conocido otrora como "Dudu", con un excelente sentido del humor y una cultura musical muy afín a la mía. Voy a llamarlo Tipo 1 y luego de más de una década de vivir en Israel desde hace algunos años se mudó a Madrid por trabajo.

El segundo episodio ocurrió de pura casualidad, sin forzar al destino ni siquiera de forma cibernética, que al ser impersonal le permite a uno hacerse el distraído e intentar recapturar el amor de una ex compañerita o pedir perdón a alguien por largas ausencias "mailísticas".

Yo estaba caminando por la avenida Allenby, una prima de la 18 de julio montevideana, intentando encontrar un negocio de alfombras que mi mujer Marina me había indicado para comprar justamente una alfombra (de paja) para el cumpleaños de mi hija Alma.
Anduve deambulando como idiota (Cipollatti dixit) cuando en el medio de la confusión me topé con una cara y una altura familiar: ¡Superman!

Así le decíamos al Tipo 2, al que me encontré en persona . Me dijo que se separó, que perdió el jopo tras la muerte de Christopher Reeve, que trabajaba en Defensa y que cuatro años atrás había intentado ubicarme para un festejo global del movimiento en el que habíamos compartido muchas horas.

El tercer caso tiene características similares al primero. Me llegó un mail de un ex compañero de Betar con muchas direcciones abiertas. Allí, además de putear por quedar expuesto mi mail a cualquier cadena, reconocí a varias.
Entre ellas, la de un madrij (adalid) mío con el que siempre tuvimos gran onda. Al tipo le decían "Facho", ahora aka Tipo 3. Le escribí, me respondió con su teléfono. Lo llamé y contestó.

Con Tipo 1, el encuentro es más difícil. Si él no viene a Israel, yo por ahora no iré a Madrid. Y si viene, en medio de tanto trajín, debería tener algún momento libre para reencontrarnos y ambos así soportar los incontrolables silencios de más de 15 años sin vernos. Alto grado de complicación.

La reunión con Tipo 2 se presenta mucho más accesible ya que Tipo 2, que vivía en el extremo norte del país se vino a vivir a diez cuadras de mi casa. Vea usted que no pierdo el carácter centralista característicamente argentino, típicamente porteño.
Al encuentro con Tipo 2 sólo le quedan dos cositas: ver quién llama primero y, por supuesto, los silencios.

La última situación, la de Tipo 3, es hoy más fácil ya que si bien nunca anda por Tel Aviv se ofreció a venir cualquier noche a tomar una cerveza juntos. Sólo resta, y abunda la confianza, coordinar fecha y lugar.
La complicación que tiene esta secuencia es que tiene un rebote ya explícito: cuando hablamos por teléfono, Tipo 3 me "comprometió" a ir a su casa el próximo aniversario de la creación del Estado, el día que se festejarán los 60 años de Israel, a comer un tradicional asado con otros ex miembros de betar mayores que yo que conozco bien y me conocen bien.
El problema es que la casa de Tipo 3 queda en los territorios, en Cisjordania.

Una, me da un poco de miedo pero me mata la curiosidad y las ganas de ver a esa gente nucleada por Tipo 3. Dos, es un poco raro festejar lo que se festeja en ese lugar geográfico.

Yo, que desde antes de nacer fui apolítico pero no inocente, la jugué de "facho judío" durante un par de años sólo para enfrentarme a los gibosos y granosos del sionismo socialista porteño. Aprendí mucha historia judía pero yo iba a jugar a la pelota...

¿Y si la derecha de Betar Argentina quisiera reconvertirme en uno más? ¿Y si estos "Tipos" hubieran aparecido en mi vida como parte de un plan orquestado para no dejarme más alternativa que el "regreso a las fuentes"?

Sí, ya sé. Uno vive en Madrid... ¿Y si abrió una oficina secreta allá? El otro vive ahora a calles de mi casa y el que faltaba me intimó a ir al mismísimo horno. ¿Me están fogueando?

Yo sé, muchachos, que la derecha tienta. Que la guita llama a la guita y que la propiedad privada significa tenerla más grande que el cuñado. Más ahora que Europa derechea y que Bush todavía manda.

Pero ya les advierto que no cuenten conmigo, ni que me rodeen en un Encuentro Cercano con tres Tipos. Si salgo de esta, posteo.

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