jueves, enero 08, 2009

SHOULD I STAY OR SHOULD I GO

Hoy si me sentí ahogado, tanto o más como en 2006. Encima el blog salió en la *tele de Argentina.

Los cohetes de la mañana, la muerte de los soldados, el camión de la ONU, más palestinos civiles muertos... ¿Qué carajo hago acá? ¿Por qué?

Si yo me fui de Argentina porque no me aguantaba ni a mí mismo ahí, ¿qué me pasa ahora?
Ni una esquirla llegó a Tel Aviv pero yo tengo un mal presagio. Tengo miedo. Me gusta el país, me siento cómodo cuando la comodidad no está en guerra, me gusta la comida. Pero estoy mal.

Y si cayera un misil, qué hacer. Y mi mujer, tan hermosa, y mi hija, la más purita... me empiezo a preguntar si lo que me molesta me terminará por sacar de otro lugar.
Una vez me pasó, dejé todo y me vine acá porque así lo quise. Y ahora, ¿qué quiero?

Esa duda del inmigrante burgués, de que puede volver al lugar de donde se fue. ¿Y qué representa Palermo para mí hoy? Ni quiero pensarlo.

Quiero tocar con mi banda el martes y que haya un cese del fuego. Quiero que la impresora nueva que me compré ande bien y sacarle el maleficio de un mufercho que me la enfangó y que mi suegra no se pierda en Frankfurt.
Quiero tener otro hijo. Y esta vez lo quiero varón.

Pero quiero que esto se termine mañana. Después del mañanero.

No quiero que me acusen más de asesino, usurpador, criminal de guerra e hijo de puta. No soy nada de eso aunque puedo ser a veces un poco demonio, pero nada como para compararme con un nazi. Me sensibiliza in extremis.

Yo sí aprendí de los nazis, Hamás no. Hamás no quiere nada de lo que yo quiero. Quiere un estado, sí, pero quiere pavimentarlo con mis huesos. Y mirá que yo vine en 2003.
Ah, no importa, para Hamás hasta los árabes israelíes son traidores.
¡Qué códigos tiene Hamás! Esos son hombres. Ejecutan a sus hermanos, se escudan en civiles.
No puedo estar explicando lo que pienso de Hamás todo el tiempo.

Son las 00.56 y estoy haciendo tiempo para llevar a mi suegra al aeropuerto. La noche está tranquila. Vamos en taxi. No estaremos taaaaaaaaan lejos de los cohetes...

Saben, soy un pelotudo. Me muero de ganas de sentir la alarma, de sacármela de encima. De refugiarme y de ir a ver los restos del cohete. Mis amigos en Ashdod, Beer Sheva y Ashkelon ya están acostumbrados. Sí, acostumbrados a la mierda de la guerra. A la mierda, bah.

Cuando yo me di cuenta de que estaba no sólo acostumbrado sino que comía mierda, me fui de mi país.
-Oiga, usted, el de anteojos
-Sí
-Venga, el plato está servido.
-¿Ah, sí? ¿Qué se sirve hoy?
-Mierda, querido, qué esperaba.

La pucha, si hay algo que se globalizó es la mierda.

Me voy a clavar ya mismo un café con leche con galles o si no me duermo y perdemos el avión.
Acá, mientras termino, se ronca por tres y tiemblan las paredes. ¡Good Zrönk!


Vamos a ver, a ver la tele
que a la vez nos educa y entretiene
Son las 10 y hay que irse a la cama
para despertar temprano en la mañana
los niñitos vamos a descansar
y los grandes viendo tele seguirán.


Topo Gigio


*Bueno, estoy sorprendido y emocionado. No llorando, desconcertado, contento. Me dicen varios neo-lectores que el blog salió en Telenoche. Yo les digo gracias por leer el blog.
Les mando un saludo y créanme que hay mucha, pero muchísima gente peor que yo y que no se anima, no puede o no sabe qué hacer para paliar la angustia. En Israel y en Gaza.

Cese del fuego YA.

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