Cuando yo era chico uno de los mayores impactos en mi psiquis semi-virgen fue ir a ver La Guerra de las Galaxias en la semana de su estreno en Buenos Aires.
Fui con mi mamá hasta el centro y allí nos encontramos con mi papá que tenía entradas para el cine Luxor ubicado en Lavalle cuando esa peatonal ni asomaba en convertirse en la Corte de los Milagros en la que la decadencia de la civilización la transformó después.
Entramos, miré un poco alrededor y encontré estatuas egipcias. No recuerdo si eran Cleopatras, Anubis, Isis o Tutankamones pero había algo así e incluso creo imaginar una reproducción de la Puerta del Sol de Luxor.
Eran tiempos en que el helado homónimo le quería quitar el trono al inalcanzable Conogol y donde, debido a la penetración de la publicidad, lo serial o industrial pasaba a ser más cotizado que lo artesanal.
Esto era sumamente notorio en la industria de las cremas heladas ya que yo, pequeño ignorante, prefería en muchos casos el Conogol en vez de grandes helados como los de Il Vulcano de Napoli (Córdoba y Araoz, hoy un outlet de algo), Scanapiecco (Córdoba y Gurruchaga, hoy Scanapiecco fashion para devoradores de Palermo) o Zardus (Asamblea y Riglos, hoy “no sé qué” porque en mi último viaje no anduve por Parque Chacabuco).
Volviendo al cine, nos sentamos, vimos la cola de algún estreno cercano de cualquier tipo hasta que apareció la leyenda “Calificada para….”.
Luego, las fanfarrias de la 20th Century Fox y pocos segundos después la introducción “A long time ago in a galaxy far, far away…” y el logo de la película.
Segundos después, la sinopsis y cuadro de situación en la constelación, apertura del plano al infinito y la nave crucero imperial. Chau al blanco y negro, bienvenido el color y la imaginación al poder.
Allí se me produjo la primera bisagra que yo recuerdo al ritmo de los viajes de algunos compañeritos a Disney World y a la importación de juguetes a precio nada.
Pero el Olimpo quedaba muy lejos, allá en América del Norte.
Tuve que esperar unos años más para sentirme emocionado otra vez, en esta oportunidad con algo casi al alcance de mi mano (o de la de mis papis).
En 1982 se inauguró Interama y el hipermercado Jumbo en el parque Almirante Brown en Cruz y Escalada, Villa Lugano.
El parque de diversiones era algo impresionante, con juegos espaciales, bruscos y para nada modestos. Eran mucho para mí y mi predisposición al mareo fácil.
No me interesaban demasiado y prefería el Italpark, mi mundo de fantasía favorito.
Pero Interama no llegó solo sino con algo que hasta hoy me produce algo: la torre de 200 metros.
Créanme que cada vez que la veía, camino a alguna quinta, Tablada o paseo, me agarraba una emoción que me sacaba lágrimas.
Puede sonar extraño y de hecho para mí lo es aún hoy pero era verla y que me agarrara una congoja dominada mezclada con felicidad absoluta.
Tanto me influía su imagen que cuando detectaba que estaba en algún lugar desde donde podría verla, procuraba cualquier excusa para conocer terrazas y techos.
Desde lo de mis abuelos, en Emilio Mitre y Santander, se veía. Desde el ¡baño! del colegio de mis primos, en 24 de noviembre y Pavón, se distinguía. Desde la terraza de mi tía, en Doblas y Chaco, se percibía.
Ya tenía claro el objetivo cada vez que visitaba alguno de los lugares-observatorios; y no dejaba de hipnotizarme esa figura lejana, gris, como del futuro que finalmente nunca llegó a ser lo que ese ícono me prometía.
Lo que me llama la atención era ese magnetismo ineludible que emanaba y hoy pienso que no debo haber sido el único que desde el silencio adoraba la torre de Interama.
Era el observatorio más alto de la ciudad siendo observado por un pibe de 10 años que volaba de fiebre emotiva.
Mis viejos no entendían mi estado de tilt pero no me criticaban mucho porque supongo que imaginaban que era un síntoma normal dentro de la alineación en la que nos sumergíamos más profundamente año tras año ante las frustraciones económicas propias y el caos rey de la Argentina de fines de los 70 y principios de los 80.
Se usaba mucho la palabra corretaje, sobre todo en mi casa.
Toda esta introducción se debe a que navegando encontré esto:
http://www.torreespacial.8m.comCasi entré a sollozar en el trabajo porque nunca había encontrado una referencia, un testimonio personal, del acceso a la torre.
Me había envenenado cuando todavía en Buenos Aires vi un video de los Babasónicos que tocaban en lo que se había planeado como la confitería de la torre y que nunca fue habilitada como tal. Estaban allí arriba.
Y ahora, con el sitio, la emotividad renacía, refrescándome esos momentos de soledad interior, de autocomprensión que sólo un niño puede lograr sin todavía tener que asumir más responsabilidades que una prueba de matemáticas o hacer un gol para no ser el “raro”.
Me queda todavía la frustración de no haber podido subir nunca y presiento que va a ser una ilusión utópica que nunca cumpliré ya que el Parque de la Ciudad (odio ese nombre burócrata y municipal) está cerrado hace tiempo y ya hay nuevos planes para el complejo.
Tengo miedo, mi primer sueño sin cumplir tiene más vigencia que nunca. Otros deseos prehistóricos como una visita a Epcot Center o poder jugar el Mundial quedaron atrás.
Queda solamente una cuenta pendiente y esa es la visita a la torre de Interama. Me olvidaba de otro de más mayorcito: poder viajar a algún recital de los Stone Roses si es que estos deciden alguna vez reunirse.
Tel Aviv-a récords
En plan de asombrar a Alma, de apenas ocho meses y medio, el viernes nos fuimos al norte de Tel Aviv con la intención de mostrarle algunos animales distintos a Felipa, los perros, los gorriones y los abejorros.
Nos tomamos el 25, colectivo muy xeneize, y nos bajamos en la ribera sur del río Haiarkón.
Este afluente, contaminado hasta las manijas, es un riacho lindo que muere en el mar y nace cerca de Petaj Tikva, en el centro-este del país.
Cuenta la historia que unos años atrás un grupo de atletas australianos cayeron de un puente y debido a la toxicidad del agua se despidieron de la vida en Terra Santa.
Sin embargo tiene mucha vida el Haiarkón.
En un sector hay una jaula enorme donde conviven chivos, bambis, pavos, gallinas, avestruces, liebres, nutrias y las malditas palomas (ratas con alas).
Llevamos lechuga y repollo para las bestias y comenzamos a alimentarlas ante la atónita Alma.
Después de salir del trance, Marina y yo la hicimos participar del feed the beast y la nena flasheó. No lloró, miró todo muy atenta y grabó, espero, imágenes en su cerebrito intensivo.
Después de un rato largo, fuimos a los juegos, saqué unas fotos y nos decidimos por caminar la costa del río hasta la avenida Ibn Gvirol.
Cuando llegamos, cruzamos como para volver a casa pero Maru detectó un lugar de humus y allá nos dirigimos. Riquísimo. Mientras alimentamos a Alma con un postrecito llamado Daniela.
¡Qué fango! Almorzó un postrecito dulce... Pero la pediatra dijo que es muy bueno y que puede comerlo. Encima era todo blanco... aghhhh.
Volvimos a casa y tuvimos un hermoso comienzo de fin de semana que continuó con progresos cognitivos y un sábado de playa alucinante.
El mar estaba salvaje, como nunca lo había visto acá en Israel. Con olas de dos metros y más.
Nos metimos un poco con Alma y la nena grabando y grabando secuencias y sensaciones.
Qué bueno ser el productor de grande éxitos de la persona que uno más ama (al margen de mi amor eterno). Espero no ponerme meloso o kitsch romántico, castrador o demasiado anarco en el momento de manejar la consola cotidiana.
Los ñoquis caseros, camino a la tradición en el cierre del sábado, clausuraron un par de días intensos.
Fue el fin de semana en que Argentina perdió al básquet con España (con esos dos o tres barbudos que parecían los de Les Luthiers).
Uh, me olvidaba. El jueve Alma fue con su papá, un servidor, un server, a su primera marcha.
Fuimos en cochecito a Kikar Rabin a una manifestación convocada por los familiares de los soldados secuestrados. Dicen que hubo 100.000 personas.
Fueron duros los pocos discursos que escuché, todos contra el Gobierno.
Antes de cerrar el post quiero decirle a los que me leen y malinterpretan que si no les gusta lo que escribo que se las tomen. No me fuercen a confrontaciones afectivas porque hay, en algunos casos, un gran afecto y no estoy dsipuesto a rifarlo discutiendo simplezas.
Este no es un diario de noticias, no estoy ejerciendo la objetividad que no existe.
Días atrás algunso me acusaron de fanático, nazionista, avalador de la muerte, victimizado como "mi pueblo", masacravulvas y no sé qué más.
No tengo interés en bajar al llano de una discusión sobre qué es lo que hago aquí. No pido explicaciones, no me las pidan.
Perdón por la agresividad pero me harto de estar bajo la lupa por estar en Israel. Como diria Parrado, “nadie está tan limpio”.
Un beso y una flor mientras se acerca el otoño, el quinto aniversario de la muerte de mi mamá y más atrás el año nuevo.
Ah, y se acercan definiciones.
PD: Entre las efemérides de los últimos días se destaca el 31/8, día internacional del blog. Dicen que hay que recomendar cinco blogs y eso hago ahora como un idiota que no sabe si es verdad esto o es parte de una joda global del próximo día de los inocentes.
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http://guidosmulevichpoesia.blogspot.com/-
http://blogporquesi.blogspot.com/-
http://granjerodejesu.blogspot.com/-
http://lunesfelices.blogspot.com/ -
http://www.musicsnobbery.com/2006/08/mani_of_primal_.html